En nuestro merodear por los escudos de armas de la realeza navarra
todavía hallamos en la fachada del Parador de Olite/Erriberri un gran ventanal
con dos querubines a cada lado que sostienen en sus manos las armas
Navarra-Evreux. Son figuras modernas, de mediados del siglo pasado, cuando
maestros mazoneros como el gallego Antonio Rives reconstruyeron el Palacio
Viejo, hoy dotado como hotel, según aclara el también cantero del Palacio Luis
Ruiz “Cantarín”, que hoy atesora 90 años y es hijo y nieto de los hombres que
tallaron las piedras que salvaron de la ruina el castillo y bien merecen algún
tipo de reconocimiento.
Otro bonito emblema de Carlos III el
Noble se halla sobre el llamado Portal de Fenero o del Río, en la parte del muro
que da a La Cava. Era un punto de acceso a la muralla y por él se penetraba al
interior del casco antiguo. Posiblemente en su frontal había un puente que
sorteaba el foso, tal y como apuntaron las excavaciones arqueológicas
realizadas hace años y, luego, vueltas a tapar sin mayor divulgación.
Se
trata de un escudo limpio, sin orla de castaños ni lebreles que lo sostengan. En
la última limpieza que se hizo de esta fachada, hace tiempo, se estropeó de
forma significativa el relieve que, pese a todo, aún conserva una elegante
traza y se aprecia con esplendor en las noches de verano cuando a su lado se
instala el graderío del Festival de Teatro.
Todavía hay otro escudo con las armas
de Navarra-Evreux en la fachada de ladrillo del convento de las Clarisas,
antiguo de San Antonio, pero sin relación con los anteriores. El emblema es muy
posterior y se nota, sobre todo, en que las barras pomeladas o perladas de
Navarra aparece ya como cadenas, algo que me ocurre hasta después de la
conquista del viejo reino por parte de la Corona de Castilla.
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