El Alcalde elegido en las urnas que proclamó en
Olite/Erriberri la II República, Carlos Escudero Cerdán, fue asesinado con
nocturnidad y semienterrado a ras de suelo en una finca situada a la entrada de
la localidad de Enériz (Valdizarbe) un 15 de noviembre de 1936, se cumple ahora
80 años. El regidor cayó en la tercera oleada de fusilamientos, cuando ya
habían pasado cuatro meses del inicio del golpe de estado que dirigió el
general Mola en Navarra, inhumado luego con honores junto al también golpista
Sanjurjo y media docena de requetés en el llamado Monumento a los Caídos que
pagó la Diputación Foral.
De los 50 olitenses eliminados en
aquellos meses, en un pueblo de unos 2.500 habitantes con el 70% de representación
municipal republicano socialista, en las primeras semanas cayeron en las
cunetas aproximadamente el 30%, sobre todo ediles y sindicalistas. Otro tanto desapareció
en septiembre en Zaragoza, los forzados a alistarse en el llamado Tercio de Sanjurjo,
y en noviembre fueron primero a por el exalcalde y luego, cuando acabó el mes, remataron
en la sierra del Perdón a los 13 vecinos presos que quedaban en la cárcel de
Pamplona/Iruña.
El que escribe ha buscado imágenes de
mandatario local por donde ha podido, pero nada ha hallado para ilustrar la
reseña de quien defendió el ideal de Acción Republicana, formación de Manuel
Azaña, y fue máximo responsable municipal entre el 14 de abril de 1931 y el
verano de 1933. Carlos Escudero Cerdán era un hombre sesentón y mayor, más en
aquel tiempo. Estaba casado con Corpus Goñi Pardo, de Garínoain (Valdorba), no
tenían hijos, y de profesión era labrador. Un “media reja”, que llamaban en el
pueblo, que había adquirido pequeñas propiedades después de volver de América,
creo que de Cuba, lo que le permitió vivir con algún desahogo y dedicarse a
plantar viñas nuevas.
A Carlos
Escudero le apodaban el “Aguador”, por su antigua profesión. La casa del
matrimonio abría sus puertas en la calle de Medios y con él convivía la hermana
de Corpus, que se llamaba Benita. Las vecinas Corpus y Emilia Gabari, que en la
época tenían menos de diez años y todavía mantienen la memoria, recuerdan que el
“señor Carlos” tenía un caballo blanco de pintas grises, “Perico”, que cuando
incautaron sus bienes fue a parar a un gran bodeguero de la localidad. En una
cena en Tafalla de quienes hacíamos la revista La Voz de la Merindad, puede que
hacer más de diez años, me habló de él Xabier Doxandabaratz, que había
administrado algunas de sus propiedades porque su mujer era pariente. La
familia de mi padre también trabajó varias fincas.
El día que intentaron detenerlo en su
casa, el Alcalde quiso huir por la ventana. Al parecer, se descolgó por una
higuera que había en un patio interior. Pero cayó. Se lastimó la pierna y los
que fueron a detenerlo desistieron, por el momento. Cojo fue curando en el
domicilio de sus sobrinos Francisco Escudero y Felisa Andía. Le pusieron un
guardia civil en la puerta para que no huyera, pero al tiempo se trasladó al
pueblo de su esposa, a casa Etxeberria de Garínoain.
Cuando los golpistas conocieron el
destino, acudieron el 15 de noviembre a por él. Fueron al domicilio de las
goñis. Hacía fresco en pleno noviembre y Corpus intentó prestarle un jersey.
Los enviados de la guadaña le dijeron que no hacía falta, que iba a regresar
enseguida. Su cuñada, que no les creyó, invitó a Carlos a rezar un Padrenuestro
que no salió de sus labios, según recibieron el relato las vecinas de Olite
tras una desaparición sobre la que cayó una losa de silencio.
Según el relato, con las prisas del
amanecer, el cuerpo del Alcalde fue sepultado a poca profundidad. El
propietario del terreno, por respeto, dejó sin cultivar la zona. Ante el
temor de que quedaran a la luz los restos, el cura y algunos vecinos hicieron
más profunda la fosa y, al tiempo, movieron los huesos al cementerio de
Enériz.
Quiso la
chiripa que, años después, un sacerdote
nuevo llegado a la parroquia de San Pedro de Olite conociera la historia,
porque era natural de Enériz. A finales de los años 70 del siglo pasado, ya
había un grupo de familiares de asesinados en el 36 que se había organizado
para recuperar los restos y dignificar su memoria con la construcción de un
panteón comunitario en Olite.
“Planilla”, Ochoa “Pablera” y Mari Azcárate,
entre otros, recabaron entonces información sobre Escudero en los vecinos de
Enériz. En el camposanto reunieron en una caja sus restos y los enterraron en
Olite el 13 de mayo de 1979, junto al medio centenar de republicanos del pueblo
asesinados y en un funeral multitudinario.
Un afectuoso abrazo hermanos. Salud y República https://elecodeldistrito.weebly.com/
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