Un estudio realizado con detenimiento del relieve del ventanal gótico
de la fachada del Parador de Olite/Erriberri ha descubierto que, posiblemente, los dos
lebreles que sostienen el escudo heráldico de la dinastía Navarra-Evreux fueron
reproducidos en los años treinta con las cabezas al revés, según advierten los apuntes
tomados la semana pasada con una grúa de proximidad por el experto en el Palacio Real Aitor
Iriarte.
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Las marcas halladas revelan el giro |
El muro
principal del hotel, antiguo Palacio Viejo sobre el que creció después el resto
de la estructura del conocido castillo, tiene dos ventanas restauradas a finales de los
años treinta según el proyecto de los hermanos Yárnoz. En la que está más cerca
de la puerta de acceso al edificio, en el lado izquierdo, todavía se
advierte un escudo bastante erosionado soportado por dos galgos y que fue
copiado por los canteros en el lado derecho de la ventana. En el nuevo espacio,
los dos canes tienen la cabeza orientada hacia fuera. Las medidas in situ
realizadas ahora por el arquitecto Iriarte aportan la novedad de que los
lebreles miraban en la Edad Media hacia dentro del escudo y que han estado más de 80 años
reproducidos de forma distinta al original.
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Bóveda con lebreles hacia dentro en Pamplona |
El
investigador ha retrazado (en rojo en la foto) las marcas
antiguas y comprobado que, además, en la bóveda de Doña Blanca de la catedral
de Pamplona los galgos pintados en la época también miraban hacia dentro y no al exterior, lo que refuerza su teoría. “Me llamaba mucho la atención que los
lebreles estuviesen mirando uno para cada lado, porque no es una postura
heráldica normal. Todavía más cuando se descubrieron las pinturas de las
bóvedas de la Catedral de Pamplona, donde aparecen parejas de lebreles con las
cabezas mirando hacia dentro. Pero sólo el viernes pude comprobar que en la
parte izquierda del escudo de Olite todavía quedaba un resto del lugar en el
que estaba el hocico del lebrel”, ha precisado el arquitecto que lleva más de
diez años estudiando, centímetro a
centímetro, el castillo.
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Catedral de Pamplona, bóveda de Doña Blanca |
Aitor
Iriarte, gracias a la colaboración del Ayuntamiento y el Parador, pudo
finalmente subirse a una grúa la semana pasada para tomar de cerca notas del
ventanal. “Lo de la plataforma elevadora fue una maravilla. Pude por fin
acceder a detalles y comprobar cosas como que sólo la parte superior de la ventana grande estaba cerrada con vidriera ... Aunque está todo muy erosionado, la
decoración de esa ventana era maravillosa, con vid silvestre (hojas, pequeños
racimos y zarcillos) y un rosal (flores, capullos y hojas) trepando por las
arquivoltas”.
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