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Recreación de caballero en el Portal de Falces |
El recinto urbano de Olite tenía en la Edad Media una buena
muralla que dominaba una veintena de torres y cuatro puertas de las que en
tiempo de peste solo permanecía abierta y muy vigilada la del Portal de Falces
también conocido como de las Cabras, porque por el atravesaba el rebaño municipal
que iba a pastar al Monte, o del Carmen y del que hoy solo queda una hornacina
con la virgen de su advocación.
Cuando la
amenaza de pandemia se acercaba, y fue muchas veces, este único acceso desde el
Este del municipio era custodiado por dos guardias y varios regidores, que como
los ediles actuales eran nombrados por el vecindario pero por demarcaciones de
barrio.
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Muralla en uno de los sellos de Olite más antiguos |
Los
habitantes de la villa, en tiempo de peste, no podían acoger a ningún forastero
en casa si no tenían permiso del Concejo (Ayuntamiento), “so pena de diez
ducados” de 1599 según dejó escrito el investigador Alejandro Díez en su
autoeditado “Olite, historia de un reino” (1984). Cuando no había epidemia, los
portales se cerraban por la noche, a las 20 horas en invierno y una hora más
tarde en verano. Una campana situada en la torre del Chapitel anunciaba la
clausura de la muralla.
Las otras
tres puertas de Olite eran, por el Norte, el Portal de Tafalla, en la rúa de
San Francisco, que además se llamó del Mercado porque en el exterior daba
acceso a sus eras o, también, Portal de la Fuente por el manantial de aguas que
provenía del barrio de San Miguel situado a extramuros. A través de esta puerta
el viajero penetraba en la almendra medieval, el Cerco de Dentro, el barrio que
acogía a los vecinos más antiguos y de mejor posición.
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Puerta de Tafalla, antes del Mercado |
En el Sur
está todavía el Portal de Tudela, del siglo XII, y el más antiguo según
Alejandro Díez. Junto a él aún hay restos de una torre defensiva. Al Este,
cerraba el recinto el Portal de Fenero o del Río porque por el penetraba el
grano (heno) y llegaba el camino que llevaba al Zidacos. Forma parte del
Palacio Real y en la clave está coronado con el escudo de armas de los
Evreux-Navarra.
La conservación de la muralla era una
obligación de todos. El Registro del Concejo (1224-1537) indicaba que para ser
admitido como vecino del pueblo el aspirante tenía que hacer dos almenas en la
barbacana. También ordenaba que la mitad de las multas que se imponían en la
villa se destinaran a obras de conservación de la muralla, una estructura poco
apreciada en nuestro tiempo y que, de alguna forma, eclipsó la construcción
posterior del gran Palacio Real de Carlos III el Noble (sXIV).
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Escudo Navarra-Evreux sobre Fenero |
Durante el
reinado de su padre Carlos II, en 1365, el rey ordenó a los porteros Semero de
Labiano y Pascual Orrazquina ( el hijo de Labiano y el peluquero en euskera)
que informaran a todos los vecinos del deber de “contribuir a la cerrazón de
las fortificaciones...”, mandato que exceptuaba a huérfanos y viudas. En 1399
el monarca ordenó al arquitecto Martín Périz de Estella y al maestre Johan
Amaurri (Diez piedras) que estudiaran la reconstrucción de los muros y torres
con un presupuesto de 730 libras, cuenta el también sacerdote Alejandro Díez en
uno de los libros más detallado en la divulgación de la historia
local y del que han bebido muchas fuentes.
El
perímetro del primer recinto amurallado de Olite rondaba los 600 metros de
longitud y las torres alcanzaban los 12 metros de altura. El grosor de la muralla era de aproximadamente 3,5 metros y
toda la estructura tenía un piso que recorría por el interior un paseo de ronda
rematado con almenas.
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