Juan Albizu, autor de los apuntes sobre el cólera |
El imaginario colectivo de Olite/Erriberri ha dejado en el
recuerdo a la Virgen del Cólera como protectora de la epidemia que en 1885 no
afectó a la localidad, pero aproximadamente 50 años antes la situación no había
sido igual y en 1834 el cólera morbo se llevó a la otra vida a 173 olitenses en
poco más de un mes.
Fue
precisamente un cura, el párroco de la iglesia de San Pedro Juan Albizu Sainz
de Murieta (Grocin, 1876-1955) el que contó en 1915 los efectos en la ciudad de
los brotes de cólera (mucho más dañinos que el actual coronavirus) que en el siglo XIX dejaron
en todo el Estado unas 800.000 víctimas.
Albizu
escribió esta crónica en “Apuntes históricos de la ciudad de Olite”, un
folletín que se publicó en el periódico El Olitense. El sacerdote de Tierra
Estella indagó en los libros de nacimientos y defunciones para hacer su relato
y contó que en 1834 la peste apareció en el municipio el 14 de septiembre: “la
primera defunción en la parroquia de Santa María y el día 16 en la de San
Pedro, y todo el mudo se convenció de que tenía el cólera en casa”.
Antiquísima foto de una procesión en la Plaza de Olite |
Para que el
lector se hiciera idea del pavor que corrió en la población, el narrador
recuerda que en aquella época la localidad tenía unos 2.100 vecinos, “muriendo
cada día 12 y 15 personas mayores, a las ocho o lo más catorce horas de sentirse
enfermas”.
Contó
Albizu que se trasladaba a los muertos al cementerio en cuanto espiraban, “o
parecía haber espirado que algunos ya irían vivos”, y que entre el 14 de
septiembre y el 26 de octubre en las iglesias no tocaron las campanas para
evitar alarmar a los paisanos.
“Los primeros días acompañaba a los
cadáveres un beneficiado del Cabildo, pero luego ni eso se hacía; sino cogerlos
en una sábana y llevarlos sigilosamente para no aumentar el espanto de la
gente; pero en un pueblo así todo se sabía y creyeron que no iba a quedar uno
con vida”, cuenta el relator de los libros parroquiales.
Aproximadamente
20 años después de esta mortandad, cuando el susto todavía estaba fresco, un
nuevo brote se presentó en la localidad el 1 de junio de 1855. El primer
fallecido fue un joven de 25 años y “ese mismo día murieron tres párvulos”.
Durante todo el año fallecieron en el pueblo 218 personas, “siendo de cólera
146 en 30 días aproximadamente”. La cifra no fue tan alta como en 1834 pero se
aproximó mucho, “fue grandísima y bastante para dejar a todos consternados”,
escribió Albizu.
Como ocurre
ahora mismo con las personas que mueren de coronavirus, en la época del cólera
tampoco hubo tiempo para despedidas. El autor de los Apuntes Históricos reitera
que no sonaban las campañas “para administración de sacramentos ni para
entierros, ni se hacían funerales sino en cuanto moría uno (o parecía muerto) lo
llevaban al depósito. Los funerales se hicieron después de extinguido el
contagio. De todos los que morían, pocos eran los que duraban 24 horas desde
que se sentían enfermos. Era enfermedad de 10 a 14 horas”. El mayor número de
muertos se dio en la primera quincena de julio.
Hospital de campaña de la época |
El cólera
que popularizó el conocido milagro de la virgen fue en un tercer brote, el
año 1885, que es el que más vivo ha llegado a los vecinos actuales. El
Ayuntamiento y los religiosos de la ciudad comenzaron a implorar el favor de la
“Purísima” desde el día 24 de julio aunque, narra Juan Albizu, “alguna familia
de Olite que marchó para unos días a otro pueblo dejó allí víctimas del
contagio”. El caso es que después de las rogativas la peste pasó de soslayo “y
desde aquel año quedó costumbre de guardar como festivo el día 26 de agosto,
que vulgarmente se llama en Olite la Virgen del Cólera”.
Juan Albizu,
que en la misma época escribió el bonito libro “Historia ilustrada y documentada
de la parroquia de San Pedro de la ciudad de Olite”, fue cura en nuestra ciudad
y desde 1920 párroco de la iglesia de San Saturnino de Pamplona. En 1926 el
Ayuntamiento de la capital premió su trabajo investigador sobre “El barrio de
la Pellejerías” y en 1930 publicó “San Cernín. Reseña histórico-artística de la
parroquia”. En el colofón de sus Apuntes de Olite dejó escrito: “La Historia
investiga lo pasado, explica lo presente y anuncia lo venidero”.
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