El historiador castellano Luis Correa, biógrafo de duque de Alba y testigo de la Conquista, contó de forma fehaciente el asalto a las murallas de Pamplona que las tropas navarras y sus aliadas hicieron el 27 de noviembre de 1512 para recuperar la capital. Correa describe el intento fallidos de los navarros y cómo lo más granado de sus hombres murió cuando avanzaba delante de la bandera “colorada con bandas de oro”. Así cuenta Correa este capítulo del que ahora se cumplen 500 años:
El rey Juan de Labrit “puso en la delantera 300 hombres de armas a pie con una bandera colorada, con ciertas bandas de oro en ella, a la cual todos aguardaban y juraron no desamparar. Estos caballeros eran de los gentiles hombres del rey ...”. Detrás se situaron 8.000 ballesteros y escopeteros gascones, seguidos de 6.000 mercenarios alemanes. En la retaguardia esperaban 3.000 franceses más al mando del señor de la Palice.
La artillería aliada consiguió derribar un lienzo de la muralla tras la cual se parapetaba el ejército castellano y, entonces, “la gente se movió con buen continente, todos tras la bandera colorada. Y en llegando al borde de la cava (foso), esta bandera colorada y otra de alemanes, no tanto por el precio cuanto por la honra, a gran prisa se juntaron ...”.
En la batalla, cuenta Correa, unos daban vítores a Navarra, Francia o Alemania, mientras los del duque de Alba lo hacían a “España” y “Castilla”. El envite fue rechazado por los españoles tras una hora de combate. Un centenar de navarros cayó en el foso. Correa cuenta el repliegue: “se retiraron llevando consigo 18 cuerpos de hombres principales, dejando en la cava las primeras dos banderas, sus posesores abrazados con ellas muertos, y hasta 100 compañeros que por no desampararlas perdieron las vidas...”.
Luz perpetua/Betiko argia.
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