Quien ha
estudiado bien la época es el joven medievalista Javier Ilundain Chamarro,
autor de “Los
buenos hombres de Olite (siglos XII-XIV)” coeditado en 2017 por el
Ayuntamiento y el Gobierno de Navarra, que
se trilló los censos y registros del archivo y calculó que en el mayor
esplendor catastral, entre los años 1244 y 1264, la entonces villa albergaba no
menos de 1.109 “fuegos” o unidades familiares. Se calcula que cada fuego
equivalía a unos cinco habitantes por domicilio, lo que hace una población de
unos 5.500 vecinos. Después de, y por ese orden, Tudela y Pamplona, Olite junto
a Estella eran las localidades más habitadas del Reino.
Pero todo
cambió radicalmente con la Peste Negra que asoló Europa en el siglo XIV y,
observa Ilundain, en el Libro de Monedaje del año 1350 los fuegos de Olite
habían caído ya a solo 485, o sea que había perdido 624 familias y la población
mermaba a unos 2.425 habitantes. El descenso con respecto a 1264 fue de un 55,91 %, un ejemplo devastador del terrible sufrimiento de
aquellos paisanos.
Según estas
cifras, Olite fue la villa con mayor caída demográfica del reino. La Peste
Negra redujo Pamplona en un 22,58%, Tudela bajó un 32,66% y Estella
un 26,44%. Olite, destaca el investigador, retrocedió a datos poblacionales de
mediados del siglo XII.
La
enfermedad no se debió ensañar solo con los olitenses y datos referidos a
poblaciones del entorno como Tafalla, Artajona y Larraga describen un panorama
igualmente desolador entre los años 1330 y 1366, lo que hace suponer que la
peste se cebó con la comarca.
Al parecer,
el primer foco pudo darse entre 1317 y 1318, cuando el historiador descubre en
Olite un inusual aumento de vecinos que redactan testamento. Entre las víctimas,
por ejemplo, se encuentra una tal Lucía, esposa del alcalde Lope Martínez.
En una
segunda oleada, años después, las ordenanzas municipales recogen el
fallecimiento por la peste de otro alcalde, García Abad, así como del notario
Juan Pérez. La mortandad elevada afectó al gobierno local. Se interrumpe la
elaboración las actas municipales que se habían redactado desde 1285 hasta 1348
y desaparecen por completo hasta 1356. También es significativo que debido a
“la falta de gent que es a present” se reformara la designación de cargos
locales para rebajar los requisitos de elección de jurados (concejales).
Hasta la gran epidemia los pobladores
de Olite habían logrado conformar una elite política detectable, un grupo
acotado, que a través de sus fueros, ordenanzas y costumbres se autogobernaban como
vecinos francos sin dificultad. Sin embargo, destaca Javier Ilundain, tras la
Peste Negra este colectivo “desaparece casi por completo”. La enfermedad tuvo una
clara consecuencia poblacional y económica, pero también trajo una renovación política
evidente.
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