Por Luis Miguel Escudero
El grupo de teatro La Trapera ha cerrado este domingo un fin de semana en el que ha puesto en escena “El sueño de Lorca”, dirigida por Bruno Ciordia, obra con la que ha culminado alta la celebración del 25 aniversario de su creación.
Los de Peralta han llenado durante tres días seguidos la Casa de Cultura de su pueblo y recogido el aplauso de las gentes que aprecian tanto mérito, más en la atmósfera actual que ahoga el recortado aire en el que respira la cultura.
Como la propia obra estrenada, la vida de La Trapera se ha enriquecido en cada una de sus etapas. Al final, los altibajos han culminado con una madurez equiparable a la emoción que el espectador siente cuando baja el telón y, delante de un García Lorca acribillado a balazos “por rojo y maricón”, el público aplaude y aplaude para corresponder un esfuerzo que ya ha hecho marca en el teatro amater navarro.
La Casa de Cultura recibió, primero, al aficionado con la exposición del 25 aniversario. Carteles de todo el periplo trapero, fotos, trajes, crónicas periodísticas y recuerdos, de los presentes y los ausentes, plasman el devenir de un grupo humano plural al que, por encima de personalidades, cohesiona el amor a las tablas.
Ya dentro de la sala, una reunión aparentemente improvisada introduce al público en una especie de asamblea de actores de La Trapera unidos para elegir, casi al azar y sin saber que son como su ejemplo, la función a representar en el aniversario, la obra y vida del dramaturgo y poeta Federico García Lorca.
El argumento se centra en su etapa como director de La Barraca, el teatro universitario ambulante que constituyo durante la II República, y que se puede equipar, en otro contexto y dimensión, al trabajo que han desarrollado los de Peralta en los cientos de pueblos, el suyo el primero, por los que han pateado para acercar el teatro al espectador sencillo, al que no ocupa grandes palcos y ni se sienta en fila vip.
El trabajo de los peralteses es coral y no conviene destacar destellos porque, en su espacio, cada cual borda el brutal mundo rural de las primeras obras de Lorca, la ignorancia, la humillación femenina o el mundo de Jauja en el que vive el pueblo mientras le roban el sustento los cuentistas de turno, temas en los que el genial granadino se adelantó a su tiempo.
Hay quien clava su personaje en la alegoría de “Yerma” y quien destaca en “Bodas de sangre”, pero el resultado final es conjunto y mágico, como el poético fusilamiento del comprometido antifascista del que precisamente en este verano se cumplen 76 años sin hallar sus restos. Asesinado Lorca, desparecida La Barraca, menos mal que todavía nos queda La Trapera y otras gentes dispuestas a recoger su semilla y aventar la imaginación y la creatividad por los pueblos. ¡Feliz cumpleaños, pedazo de artistas!.
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