Por Luis Miguel Escudero
En poco tiempo han pisado Madrid
los dos máximos mandatarios de Alemania y Francia sin que los ciudadanos de a
pie nos hayamos enterado mucho de los entresijos.
La visitas a Rajoy, en apariencia insulsas, han ido seguidas
de secuelas “colaterales”, en un lenguaje militar igual al que recoge el
decreto que el pasado viernes 7 firmó el presidente español para autorizar un
crédito extraordinaria con el se va a gastar casi 1.800 millones de euros en
armamento.
Aviones de combate EF-200, helicópteros Tigre y UME, misiles
Spyke o carros Leopard que, entre otros
artefactos, son, según publica el BOE, “requisito indespensable para reforzar
la imagen de España como socio fiable”.
Y ahí está el quid de la cuestión, en la confianza o el
temor a que el Estado español afloje la mano y se le pase por la cabeza invertir
más en mantequilla para su pueblo que en
almacenar carísismas máquinas de guerra que, casualidades de la vida y
el libre mercado, venden a España, sobre todo, Alemania, Francia y EE.UU.
Las grandes
crisis económicas suelen alimentar el fantasma de que una de sus soluciones
puede ser la guerra o, en su versión más moderna, pequeños conflictos “de baja
intensidad” en los que encajan fácil las tensiones que, otra casualidad, se han
dado estos días en los peñones que los españoles ocupan cerquísima de
Marruecos.
Alemania o Francia sueñan con reactivar su economía desarrollando
la industria militar. En la última década, Grecia, por poner un ejemplo sangrante,
compró más de 10.000 millones de euros en armamento de estos países, entre
ellos 350 carros de combate Leopard, submarinos, helicópteros o 46 aviones Mirage
2000.
Obama y Europa prestaron dinero a la pobre Grecia para que
se armara y cuando no pudieron pagar les ofrecieron un rescate para saldar las
deudas a cambio de esquilmar con más recortes a su pobre población.
Parece que Angela y Francoise han convencido ahora a Mariano
de dos cosas; una es que nos tiene que estrujar más los bolsillos (subida de
cotizaciones de la Seguridad Social incluida) y la segunda, que le compre más
armamento con el dinero del rescate que, aunque no lo dice el gallego, seguramente
pedirá a costa de que tengamos menos mantequilla.
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