miércoles, 9 de julio de 2014

EN JUEGO EL FUTURO DEL CONVENTO FRANCISCANO

La continuidad o desaparición de la comunidad de frailes presente en Olite/Erriberri desde hace casi 800 años podría ser uno de los asuntos a debatir en el capítulo o reunión que celebrará el próximo mes de septiembre la Provincia Franciscana de Arantzazu en el santuario guipuzcoano del que depende el convento olitense.

            En el orden del día del encuentro estaría el eventual cierre del cenobio, cuyas grandes instalaciones atienden hoy con dificultad solo tres religiosos de edad avanzada, según señalan distintas fuentes cercanas a los frailes.

            La posible desaparición de la comunidad franciscana rompería una vinculación con la ciudad que arrancó el año 1243, cuando está datada la primera hermandad que se instaló en Olite, según precisa un testamento guardado en el archivo de la iglesia de San Pedro. Además, una leyenda divulga que fue el propio Francisco de Asís el fundador del convento y que su paso quedó plasmado en una figura del santo tallada en la portada de Santa María.

       La reina Juana II reconstruyó el edificio en 1345 y tras la conquista de Navarra, en 1512, Fernando el Católico desmochó sus defensas. En 1745 pasó a ser colegio de misioneros. A los pocos años se levantó un edificio totalmente nuevo, que en el siglo XIX quedó vinculado a la provincia franciscana de Arantzazu, entonces denominada de Cantabria.

            Por la numerosa comunidad de frailes que tenía y por sus funciones, el convento de Olite, fue, junto a los de Arantzazu y Zarautz, uno de los más importantes. Albergó el primer colegio de Teología de la Provincia (1884-1928) y después el de Filosofía (1928-1976).

            En cuanto ha sus moradores, en 1881 había 22 frailes, cifra que se multiplicó con los años. Después de 1936, tras la guerra civil, el número tocó techo al alcanzar los 111 pobladores en 1963. En1976 los estudiantes, conocidos en el pueblo como “coristas”, dejaron Olite. El convento derivó en el tamaño habitual de otras comunidades religiosas, hasta reducirse paulatinamente a los tres frailes que lo habitan en la actualidad y que atienden servicios eclesiásticos en la iglesia de San Francisco, el convento de Santa Clara, la parroquia de Olite y, cada vez menos, en otros pueblos de la comarca.


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