Pétalo hallado |
Las excavaciones arqueológicas que este verano se hacen en
la zona de la antigua capilla de San Jorge de Olite/Erriberri, entre el Parador
de Turismo y la iglesia de Santa María, han descubierto una nueva sorpresa al hallar
una de las hojas de castaño talladas en un ventanal desparecido en el que lucía
el escudo real de Carlos III el Noble. La ventana y otros ornamentos fueron
dibujados y documentados en 1869 por Juan Iturralde y Suit. Aproximadamente 50
años después, cuando los hermanos Yárnoz comenzaron a planificar la
restauración del Palacio, todo se había esfumado. No había ni rastro del lienzo del muro en el que estuvo el relieve heráldico
al que, además, acompañaban dos bellos rosetones. Un pétalo solitario es ahora la
única huella.
Ventanal, en rojo la hoja de castaño |
La pieza
encontrada, en perfecto estado, tiene aproximadamente 12 centímetros de largo y
fue descubierta en los trabajos de limpieza que realizan los operarios en la
zona de la antigua bodega del Palacio, muy próxima también al cementerio medieval
en el que se descubrió una losa con una inscripción en posible euskera arcaico.
La hoja de castaño era enseña del monarca Evreux y formaba parte del escudo de
armas que presidía la capilla, actualmente en ruinas, y donde también se han localizado
pequeños trozos de cerámica de distintos colores, entre otros restos.
Planta del muro desaparecido |
El
arquitecto vizcaíno Aitor Iriarte, un experto en el estudio de la estructura
del castillo, opina que el fragmento pertenece al último pétalo de la orla que
rodeaba las armas del rey. El emblema estaba intacto después del incendio
que tras la francesada arruinó el castillo el 16 de febrero de 1813 por orden de
Francisco Espoz y Mina.
Iriarte,
que periódicamente recorre los más de 200 kilómetros que separan Bilbao de
Olite para completar sus investigaciones, precisa que, seguramente, antes de
que en el año 1937 comenzara la restauración del monumento los escudos y los
rosetones ya habían volado, como muchos vestigios fundamentales que desaparecieron
cuando en 1965 se levantó el Parador de Turismo sobre, prácticamente, el
vaciado del castillo primigenio.
El Palacio Viejo antes de ser Parador |
El único documento
fehaciente del ventanal es la memoria que del estado del Palacio realizó
Iturralde y Suit con ayuda de Aniceto Lagarde, estudio que a la postre sirvió
para salvar las ruinas del alcázar y para que la Diputación de Navarra y la
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando se interesaran por su
conservación. Con enorme paciencia, los autores evidenciaron los restos del desvencijado
monumento. Al llegar a la capilla, Iturralde apuntó que no quedaban más que sus
muros exteriores y Lagarde bosquejó un corte transversal de la planta.
Dibujo de 1869 obra de Iturralde y Suit |
Después de
tanto tiempo es difícil aventurar algo sobre a dónde fue a parar el bello
ventanal decorado con sendos escudos,
si bien el redactor del documento base de la reconstrucción del monumento ya
aventuraba en el siglo XIX que, más que las guerras o los incendios, “el
vandalismo de los hombres ha hecho lo que no pudieron conseguir la furia de los
elementos y el transcurso de los siglos”.
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