domingo, 22 de marzo de 2020

PUBLICACIONES DE OLITE EN LA PRIMERA MITAD DEL S XX

Durante la primera mitad del siglo XX se editaron en Olite/Erriberri algunas publicaciones en papel dirigidas a un público lector variado, tres de ellas fueron las que ahora reseñamos: El Olitense (1913-1924), Aupa Erri Berri  (1945) y Gure Izarra (Años 50). Estos son algunos apuntes de su historia:
El Olitense
(1913-1924)
Boletín parroquial quincenal fundado por el sacerdote carlista Victoriano Flamarique Biurrun (Beire, 1872-Tarazona 1946) en Olite/Erriberri el 20 de abril de 1913 y que, según guarda la biblioteca del tafallés José Mª Azcona, se publicó durante casi once años, al menos hasta marzo de 1924.
            Fue el órgano difusor de las importantes obras sociales que “el cura de Olite” hizo, lo que le valió el enfrentamiento con la burguesía conservadora y liberal. Diario de Navarra llegó a presentarlo como propagador de ideas filo socialistas, cuando realmente practicó un cooperativismo agrario católico que alivió, eso sí, a las clases humildes de la presión económica que ejercían usureros prestamistas.
     La administración del periódico estaba en el edificio social del Círculo Católico, que acogió a los promotores de una de las primeras cajas rurales con la que se financiaban los campesinos que crearon en 1911 la primera cooperativa de venta de vino de Navarra, una fabrica harinera que proporcionaba pan a precio asequible y otra cooperativa más que gestionaba energía eléctrica junto a las localidades vecinas de Ujué/Uxue y San Martín de Unx.
            Cada número de El Olitense constaba de cuatro hojas. En la primera anunciaba las fiestas de la parroquia, daba reseñas religiosas, ofrecía artículos instructivos y hacía referencia a las cofradías y asociaciones de la localidad.
En la foto, Flamarique con sotana
            En la segunda se ocupaba de la acción social e informaba del desarrollo de las asociaciones agrarias que promovía (Caja Rural, Círculo Católico, Harinera Navarra, Bodega Cooperativa Olitense) y de la instrucción del agricultor. En la tercera incluía noticias y comentarios, mientras la cuarta se reservaba para anuncios y relatos cortos. Sus artículos también fueron publicados en la prensa estatal dependiente de la acción social de la Iglesia, para la que se convirtió en modelo.
            Flamarique fue un hombre inquieto y muy trabajador. Con Antonio Yoldi aparece en los libros de historia como el gran propagador del cooperativismo agrario en Navarra, marcado desde la confesionalidad por una intensa preocupación por la justicia social. En 1903 llegó de párroco a la iglesia de Santa María y dos años después dio vida al embrión del movimiento cooperativo que revolucionó el pueblo, la primera caja rural “raiffeisen”.
            Desde 1907, Flamarique fue continuo objeto de ataques de influyentes empresarios que veían mal sus actividades económicas con las que el llegó a competir en mejores precios. Una operación desafortunada en una fallida venta de vinos a Cuba fue el pretexto que la derecha aprovechó para descabezarle. El cura cooperativista tuvo que marcharse a la localidad aragonesa de Tarazona como canónigo de la catedral, donde murió sin mantener ya prácticamente relación con los olitenses.
Representante en la Sociedad de Estudios Vascos
             Victoriano Flamarique fue, en algunos aspectos, un hombre clarividente. En 1918 aparece como uno de los primeros ponentes navarros elegidos para el congreso de constitución en Onati de la Sociedad de Estudios Vascos/Eusko Ikaskuntza. La Diputación Foral de Navarra invitó al popular cura cooperativista y a otros dos intelectuales de nivel, Arturo Campión y Juan  Leoncio Urabayen.
            Flamarique y sus compañeros sería los navarros encargados de participar en las conferencias que preparaba el comité ejecutivo de este primer congreso auspiciado por las diputaciones y lo más granado de los pensadores vascos. El promotor de la obra social olitense estaba encargado de desarrollar una lección sobre las “Cajas de crédito popular”.
            En la Semana Agropecuaria Alavesa de 1923, que auspició la misma Eusko Ikaskutza, Victoriano Flamarique intervino para exponer su experiencia de constitución de la primera bodega cooperativa olitense, que precisamente en la fachada de su edificio todavía luce un mosaico con el lema “Unos por otros Dios por todos” y que tiene una factura muy similar en tipografía y colores a los rótulos que desde hace un siglo anuncian el nombre de la localidad, Olite/Erriberri, detalle bilingüe muy escaso en los municipios vecinos del Ager Vasconum.

Aupa Erri Berri
(1945)
 “¡Aupa Erri-Berri¡” fue una publicación única que el club de fútbol olitense sacó en enero de 1945 cuando el presidente en ese momento, el nacionalista del PNV Jesús Goñi, y  su junta directiva decidieron tirar la revista para celebrar el ascenso a Primera Regional. Goñi también empleó la ocasión para explicar en las hojas por qué habían bautizaron Erri-Berri al equipo de la camiseta roja.
            La Federación Navarra de Fútbol forzó en septiembre de 1928 el cambio de denominación del Acero FC, nombre del equipo hasta entonces, a Erri-Berri, que había sido una formación menor del pueblo que había creado Goñi con amigos que luego se incorporaron al club mayor.
Jesús Goñi, promotor del Erri Berri
            En la revista, que lleva en portada las fotos de todos los jugadores protagonistas del ascenso, se explica al lector que “Erri-Berri es una palabra netamente vasca y quiere decir en castellano: Pueblo Nuevo. Proviene de la contracción Erria (pueblo) y Berria (nuevo). El nombre de nuestro equipo, por tanto, es una adaptación de pueblo, ya que Olite, cuando antiguamente en la baja (sic) Navarra se hablaba vasco se llamaba de aquella manera. Queda así satisfecha la curiosidad de muchos”.
            Erri-Berri, sin embargo, no fue el único nombre en euskera que paseó el fútbol olitense. En la misma revista, debajo de la explicación anterior, el corresponsal deportivo de El Pensamiento Navarro, Germán Llorente, hace un  resumen de la historia del balompié local y aventura que el primer equipo se creó con el nombre de Euskeria la temporada 1920-21. Luego pasó a ser Acero FC y, después, Erri-Berri. Durante la II República, sobre el año 1934, el Erri-Berri se fusionó con la Peña Sport de Tafalla y a la nueva formación la llamaron Elkartasuna. Después de la guerra civil, cada localidad volvió a contar con su propio equipo.
            Jesús Goñi, además de alma mater del equipo de fútbol, fue un discreto militante jeltzale que, ya en la transición, aprovechó una visita a Olite/Erriberri del entonces presidente del PNV Xabier Arzalluz para mostrarle en la Plaza orgulloso uno de los primeros carnés del partido sellado en la eusko etxea  olitense. Gran euskaltzale, en una de la primeras korrikas organizadas por Aek, ya bastante mayor, portó el testigo que unió Olite/Erriberri y Tafalla

Gure Izarra
(Años 50)
 Una historia poco conocida, pero no menos importante, es la que reveló hace una década el entonces padre Guardián (abad) del ahora clausurado convento de los Franciscanos de Olite/Erriberri Carlos Urbieta Beristain. Este zarautztarra, fallecido en febrero de 2019, fue unos de los aproximadamente cien jóvenes que en los años 50 poblaban el convento para estudiar Filosofía y Teología, que en la localidad eran popularmente conocidos como los "coristas".
      Muchos, como Urbieta, procedían de Gipuzkoa y se comunicaban en euskera, así que vieron lo más normal del mundo publicar una revista en lengua vasca que durante el franquismo salió en Olite bajo el nombre de "Gure Izarra" (Nuestra Estrella), en honor a la cercana virgen de Ujué/Uxue a la que dedicaron la portada.
El exGuardián franciscano Carlos Urbieta
     La revista vio la luz, al menos, durante tres años. Se repartió internamente, entre los estudiantes, con una periodicidad trimestral. Los aspirantes a frailes tenían clases de idiomas, de alemán, de español, griego o latín, así que aceptaron con naturalidad que el padre Benito Mendia puliera el vascuence que utilizaban, eso sí dentro de los muros del convento porque fuera era una actividad perseguida.
     Carlos Urbieta recordaba que, durante la cena, los estudiantes leían los "discursos de predicación" del día siguiente. Cada interno lo hacía como quería, en euskera o en castellano.  "Gure Izarra" ilustraba en sus páginas la vida el convento, de su amplia comunidad religiosa, de la iglesia en la que se guardaba la patrona del Olite, la virgen del Cólera que gracias a la predicación franciscana salvó al pueblo de la peste en el siglo XIX, tal y como escribió sobre ella fray Lucas Arizeta, que también indagó el origen del topónimo vasco de la localidad.
      En la revista hubo hueco para cuentos y poesías, que entonces firmaron frailes que después dejaron su nombre en el libro de oro de la literatura vasca. Por ejemplo, el padre Félix Bilbao, autor de narraciones breves como "Ipuin Barreka", o Bittoriano Gandiaga, que ganó varios concursos de poesía y prosa.
Escuelas de los franciscanos
      El nombre de "Gure Izarra" se adoptó de forma democrática, por votación entre los estudiantes. "En Olite sentíamos cerca la presencia de la virgen de Uxue", contó Urbieta, que también relató cómo otra imagen importante para los franciscanos, la de Arantzazu de cuyo santuario depende Olite, también salió en la portada.
      Por el convento transitaron, en sus años mozos, casi todos los franciscanos de la entonces se llamaba "Provincia de Cantabria". Y, en lo literario en euskera, habría que destacar a, por ejemplo, Salvatore Mitxelena (1919-1965), que estuvo en Olite en los años treinta del siglo XX, donde compuso poemas como "Aberriak min" (Me duele la Patria) que escrito a máquina y con traducción al castellano repartía entre los compañeros de cenobio. "Una valiente afirmación de la adhesión a la lengua propia en tiempos difíciles", llegó a escribir de él el también franciscano Luis Villasante, "Aita Villasante", padre del “batua” o euskara normalizado que, cómo no, también trabajó junto a sus hermanos en la hermosa huerta ubicada junto al castillo olitense.

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