lunes, 15 de marzo de 2010

"HEDOR DANÉS"

Silenciosa, a traición, avanza la trampa. Como la niebla que cae suave hasta llegar a un punto recio, de no retorno, en el que la humedad taladra los huesos. Así penetra el nuevo orden, el nepotismo de lo correcto. Ladrillo a ladrillo, argamasa revestida de billetes de 500€ por medio, la alianza UPNS (Unidos Por Nuestros Sueldazos) levanta sin consuelo un muro pestilente.

Al otro lado de la alambrada queda el resto, la disidencia que también paga impuestos de los que brotan nóminas obesas, coches blindados, trajes italianos, vacaciones a todo plan y vicios inconfesables. Todo en aras de preservar el partido único, el negocio único. Para que la tortilla, caiga del lado que caiga, siempre se la coman los mismos: los caciques del turnismo. Hoy por mí, mañana por mí.

Dirán, ya lo pregonan, que no existe derecha ni izquierda. En todo caso sólo matices sin sustancia, porque en el reparto del botín la panda coincide. Asegurarán, cada vez más, que lo que se juega es el orden, la sacrosanta patria o la mano que mueve el hisopo. El resto son simplezas. En lo elemental, fundidos por la pasta que mana de los presupuestos del Estado, comunidad autónoma, mancomunidad, municipio, concejo o cendea.

Y en estos tiempos de crisis, además, idean sin complejo una “mayoría sindical” que practica la limpieza entre pares. Son palmeros de los de la corbata de seda, sea roja o azul, que practican el ERE selectivo en el que mantienen el currusco de pan los siervos, mientras los justos muerden el polvo del paro.

Conozco padres de familia con dos hijos, el mayor de 3 años, despedidos por ser de ESK, la CNT, LAB o ELA. Y en la otra punta, gente que mantiene el cuscús por acudir a la ventanilla de colocación del sindicato que fundó en Corella Miguel Sanz o miembros de un tribunal de oposiciones con pena de cárcel indultados por el Gobierno después de intentar meter a dedo a 500 de sus correligionarios.

Abundan los concursos para los nuestros, plantillas con infiltrados, cargos públicos en la sombra con el pesebre garantizado, cajas B y miradas hacia otro lado. Como decía Shakespeare, aunque lo suscribe cualquier aldeano de esta Merindad, algo huele a podrido pero esta vez no es en Dinamarca. Hiede cerca. Y lo peor, nos dicen que es Chanel del más caro.

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