El funeral por Andueza fue este viernes en la catedral de Pamplona, templo del que el sacerdote fue nombrado canónigo prácticamente nada más abandonar Olite en los años ochenta.
No obstante, Luis Andueza siempre permaneció ligado, de una u otra forma, a su localidad natal. En los dos últimos años, impedido en silla de ruedas, se le echó en falta a la hora de celebrar algunos de los actos religiosos a los que nunca faltaba en las Fiestas patronales.
Hombre de voz recia y cantarín, Andueza estuvo siempre cerca de la música más popular. Compositor de letras de auroras y villancicos, todavía se escuchan en Olite estrofillas como las que escribió para el Día del Niño: “El mundo de los mayores cumplió un día su misión. Los niños de nuestro tiempo queremos un mundo mejor... ”, en las que abogaba por una sociedad “sin injusticias y una cultura mayor”
Andueza también organizó grandes certámenes de música navideña, fue el primer capellán de la Cofradía del Vino o, por ejemplo, trabajó mucho, junto a su hermana Juana Mari, en defensa de las asociaciones de viudas de Navarra.
Como su guitarra siempre templada, Luis Andueza no perdió el sentido del humor ni en los últimos momentos de la enfermedad que le tenía postrado en la residencia para religiosos que el Arzobispado tiene en Pamplona, donde ahora está enterrado en el espacio reservado a los canónigos de la Catedral.
Descanse en paz un cantarín redomado,
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