viernes, 11 de septiembre de 2015

LAS FIESTAS HACE UN SIGLO

Concurso de jotas en 1915 en la Plaza de Olite
Por Ángel Jiménez Biurrun
 “La cuestión palpitante”, este era el titular de El Olitense el 5 de septiembre de 1915, el boletín parroquial y órgano de las obras sociales de la localidad. Ya había trascurrido un año del enfrentamiento del pueblo con la guardia civil por la roturación de terrenos comunales en propiedad de particulares, donde hubo tres muertos y varios heridos. El Gobernador Regueral, de infausta memoria, contribuyó a la tragedia con su desabrido carácter. También llevó a 20 vecinos al presidio de Pamplona y, además, puso multas a varios.
            Los jornaleros no querían trabajar para los corraliceros. En Olite se vivía una situación anormal. Tras un año de negociaciones, Victoriano Flamarique, párroco de Santa María y presidente de la Caja Rural y su obra social, con su moderación llegó a un acuerdo entre el vecindario y los propietarios... Los corraliceros cedieron terrenos para hacer parcelas y lotes en el Prado. El 22 de agosto se convocó una asamblea en el Círculo Católico de Obreros y acudió la mayoría del pueblo. Se leyó el acta del compromiso. Los asistentes la aprobaron y más de 400 firmas respaldaron el pacto. Flamarique envió una copia del escrito al Gobernador, que remitió su felicitación más efusiva. En El Olitense del 5 de septiembre quedaron plasmados los acuerdos y los nombres de todos los suscribientes.
            Este año 2015 se cumple un siglo de aquellos acontecimientos que ocurrieron a las puertas de unas fiestas patronales que,  a pesar de las tensiones, se desarrollaron con normalidad. La víspera era una jornada de trabajo habitual. No se lanzaba, como ahora, el cohete a mediodía. A las 15 horas había volteo de campanas y 60 minutos después comenzaba el canto de las vísperas en la capilla del Santo Cristo de la Buena Muerte. Asistían los seis sacerdotes que había entonces en la ciudad, una minoría de hombres y muchas mujeres mayores. Los demás vecinos estaban todavía en sus labores.
            La novena del Santo Cristo se iniciaba a las 19 horas. Acudía el Ayuntamiento en corporación. El vecindario iba al completo para, como manda la tradición, adorar la reliquia. Después, los olitenses se retiraban pronto a casa para madrugar y disfrutar de uno de los actos más típicos, como era la llegada de las vacas antes del amanecer. Venían desde el corral de las Alvereginas. Subían por el terraplén del Portillo, entraban en la plaza y pasaban a los corrales del antiguo mesón de Perico Mendía, para lidiarlas después.
            El Ayuntamiento en corporación, la banda de música y el macero acudían el día 14, sobre las 10 horas, a la misa solemne que oficiaba Flamarique, que aquel año llenó Santa María de feligreses como muestra de agradecimiento al cura de Olite. A las 15 horas hubo capea con vacas bravas. El coso taurino de hace un siglo estaba instalado en la misma plaza del Ayuntamiento. Dos semanas antes de las fiestas, el consistorio subastaba los espacios. El Ayuntamiento ponía las tramadas y las cuadrillas de mozos, sociedades y particulares aportaban carros, galeras, maderos y tableros para enlazar los tablados.
            En esa plaza desmontable se celebraban corridas de aficionados. Era el verdadero centro de la fiesta, de la música, del folclore, de los tipos más populares... Una mañana de fiestas de aquel 1915 hubo en el ruedo un concurso de jotas en el que participaron gentes de los pueblos limítrofes. El público abarrotó el espacio. Algún retratista ambulante hizo fotos con su cámara instalada en un trípode plegable. Los mayores recordamos bien esas fiestas que tenían el epicentro en aquella Plaza vecinal, pero en este artículo ya no hay más espacio para seguir hablando...
Plaza de Olite en los años 40 del siglo pasado

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