La historia ha ignorado a la primera mujer navarra que consiguió un acta de diputada en las Cortes españolas. Solo cinco féminas resultaron elegidas en las elecciones de 1936: la “Pasionaria”, Victoria Kent, Margarita Nelken, Matilde de la Torre y nuestra paisana de Villafranca, la abogada socialista Julia Álvarez Resano (1903-1948). Aún así la reciente iniciativa para dedicarle una plaza en su pueblo no ha prosperado. Postergada tras la guerra por su partido y fallecida en el exilio, Julia Álvarez se reveló durante la República como una de las mejores defensoras de cargos públicos y sindicales. Su habilidad resultó determinante para, por ejemplo, sacar de la cárcel al primer teniente de alcalde de Olite, Tomás Chivite Fernández, arrestado por tenencia ilícita de armas y absuelto gracias a quien todos conocían como “la Julia”.
A finales de 1933, los radicales de Alejandro Lerroux ocupaban el centro político y tras las elecciones consiguieron hacerse con el gobierno en colaboración con la derecha de la Ceda. Terminaron así dos años de mandato de la coalición republicano-socialista y se abrió un periodo de involución.
La revisión política en materia social alcanzó de lleno a la reforma agraria en curso, que se paralizó. La guardia civil garantizó el orden en el campo, mientras las huelgas campesinas se propagaron por todo el Estado. El 16 de diciembre tomó posesión el nuevo gobierno y dos días después ardieron en Olite los pajares de dos importantes propietarios. El problema no era local y los días 13 y 14 de enero de 1934 varios almacenes de grano fueron pasto de las llamas en Beire y Pitillas.
El nuevo gobierno conservador envalentonó a las derechas y, por ejemplo, en Olite fue arrestado un vecino por lanzar proclamas carlistas. A la semana, son varios los simpatizantes de la derecha sorprendidos dando vivas al rey.
En este delicado contexto la guardia civil detuvo al primer teniente de alcalde y líder de la UGT local, Tomás Chivite, jornalero de 42 años y soltero. El día 27 de enero el comandante del puesto registró su domicilio. En el fondo de un baúl halló una pistola “César” del calibre 7,65 mm y siete balas, “para cuya tenencia no tenía licencia”, según obra en el sumario que instruyó el juzgado de Tafalla y sentenció la Audiencia de Pamplona.
El atestado cuenta que el inculpado declaró que había comprado el arma a un ferroviario de Zaragoza del que desconocía su identidad. Chivite explicó que la adquirió “en virtud de haber recibido en dos ocasiones anónimos en los que le amenazaban de muerte, debido sin duda alguna a las campañas que el declarante hacía en el Ayuntamiento como concejal”, escribe el guardia en el informe.
El mismo día del registro, Tomás Chivite ingresó en la prisión comarcal de Tafalla tras no desembolsar una fianza de 1.000 pesetas y declarase insolvente. En un documento policial redactado antes del juicio, Chivite aparece como “principal dirigente” de la UGT y participante en la ocupación de fincas para reclamar en Olite y Beire su reversión al comunal.
También le implica en una reunión organizada el 10 de diciembre en la que participaron “un tal Galan de Olite, el llamado Menchaca de Tafalla, dos de Pitillas, otros dos de Ujué y uno de Pueyo”, más varios de Beire, “todos destacados elementos de la UGT”.
El encuentro fue previo a que se produjeran en la comarca varios incendios intencionados, “sin que se pudiese concretar la inculpabilidad a esta reunión”, precisa el redactor, que califica a Chivite “persona muy influyente” que, no obstante, “no ha empleado hasta la fecha medios violentos y no le considero individuo exaltado”.
A requerimiento de la instrucción del sumario que hoy permanece en el Archivo de Navarra, el alcalde de Olite y compañero de Chivite, el también socialista Juan García Lacalle, emitió un informe en el que destacó que el concejal era hombre “honrado y trabajador, aunque a pesar de ello y en varias ocasiones le han mandado anónimos de muerte”.
El 6 de febrero estaba todo preparado para que se celebrara el juicio en la Audiencia de Pamplona, causa en la que el fiscal reclamó para Chivite una pena de cuatro meses y un día de arresto mayor por tenencia ilícita de la pistola. El día 17 tuvo lugar el juicio oral de cuya defensa se encargó la abogada Julia Álvarez, conocida socialista de la comarca.
Álvarez, que antes de tomar la toga había sido maestra de Villafranca, localidad donde el dirigente carlista Conde de Rodezno gozaba de grandes propiedades, preparó una intervención en la que Chivite reconoció la compra de la pistola “para defenderse en el caso de que fuera objeto de alguna agresión”.
La destreza de la abogada hizo que, finalmente, el tribunal considerara “la circunstancia eximente de miedo insuperable”, que llevó al procesado a hacerse con el arma al temer por su vida y “ante la repetida amenaza de un mal de tanta gravedad que determinó en él un estado de ánimo sumamente difícil de dominar” con el “exclusivo fin de prevenir el mal con que se le amenazaba”, según consideró la sentencia que finalmente absolvió al procesado, le dejó “inmediatamente en libertad” e, incluso, declaró de oficio las costas procesales.
Chivite no fue el único cargo público al que defendió Julia Álvarez. Segundo Juáiz o Miguel Escobar fueron, entre otros, algunos de correligionarios a los que la primera diputada navarra amparó. Álvarez fue una brillante política, gran oradora, que a partir de 1936 como candidata del Frente Popular compartió micrófono con, por ejemplo, Dolores Ibárruri, la legendaria “Pasionaria”.
“La Julia” también tuvo el honor de ser nombrada, ya durante la guerra, primera mujer gobernadora civil del Estado, en este caso de Ciudad Real. Tras la derrota republicana, Álvarez comenzó su exilio en Toulouse (Francia), donde dirigió el periódico “El Socialita”. Las rencillas internas dentro del PSOE propiciaron su expulsión en 1945 y, dos años después, se estableció en México, donde falleció en 1948 a los 44 años. Allí sigue sin reconocimiento enterrada, mientras su adversario político más acérrimo, el conde de Rodezno, fue nombrado ministro de Justicia por Franco y su título luce hoy en una de las principales plazas de Pamplona.
En cuanto a su defendido olitense, Tomás Chivite sobrevivió a la guerra y al campo de concentración francés de Gurs. El olitense, como su abogada, también falleció en el exilio, en esta ocasión en Chile, de donde jamás regreso.
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ResponderEliminarMe gustaria saber mas de Julia ALVAREZ RESANO. Es tia mia.Mi correo electronico es el siguiente:
ResponderEliminaroukaegea@hotmail.fr
Muchas gracias por todo lo que puedan informarme.
Hay un libro muy interesante sobre la biografía de Julia. Quizá lo conozcas, pero si no te señalo el título:
ResponderEliminar"Julia Álvarez Resano. Memoria de una socialista navarra (1903-1948)", escrito por Fermín Pérez Nievas en la editorial Pamiela de Pamplona.