miércoles, 10 de julio de 2019

IMPRESIONA TANTA SOLIDARIDAD, OLITE ES GRANDE

Un hombre retira muebles en el barrio de Venecia
El día después de una batalla debe ser algo parecido. Se te encoge el corazón al ver en cada esquina una montaña de muebles, de electrodomésticos, de coches... Todos arruinados, apilados y mezclados en barro. También hay fotos antiguas, juguetes, una muñeca sin cabeza ... recuerdos de una vida, en la basura. Hay vecinos que ya no tienen ni cama y lloran ... Parece que han perdido todo y, no lo saben aún, han ganado más de lo que piensan. También el resto de ciudadanos de Olite/Erriberri.
Labores de retirada de lodo
          Impresiona pasar por el barrio de “Venecia”, la calle Ujué, el “Chino” o la Feria y ver tanta solidaridad. Gente muy joven, pero también mediana y madura, que trabaja a destajo para volver a la normalidad a la que dio un revolcón el lunes una tormenta histórica que dejó 100 litros de agua maldita en menos de cuatro horas, que volvió loco a un discreto río Cidacos que como hace 76 años se tragó casas e inundó hasta el convento de los franciscanos, una historia que ya me había contado una y mil veces mi padre y ahora revivo, sin incredulidad, en propia carne. Escribí algo de ello hace once años en “El rescate de el Pelayo” (click)
Primeras precipitación en la Avda de Peralta
            Pero ahora cierro los ojos y veo mi propia historia, mis propios héroes anónimos, si se puede decir así del momento crítico que los olitenses vivimos este 8 de julio de 2019 y que según la estadística particular del Cidacos no se volverá a dar en otros 80 años. Y veo, y recuerdo, la primera imagen sobre las 20 horas de una tarde que se hizo casi de noche muy pronto. El plomo del cielo reflejado en la avenida de Peralta, donde confluyen los barrancos del Monte y Tafalla e inundaban como un mar la carretera de acceso. Recuerdo los contenedores que flotaban como barquitos en el video que me envió J. También a G y su hijo A metidos en la balsa hasta el muslo. A F, bajo la lluvia torrencial, con un traje amarillo de marinero. A E como, con la camioneta del Ayuntamiento, colocaba vallas para cortar la carretera y evitar que nadie se empotrara en aquella piscina. A la nueva Alcaldesa y la concejala A empapadas. El miedo en la cara, por que la noche se echaba y aquello no paraba.
Garbayo y Gabari, empapadas
            Cerca, en la calle Larraga, de cada unifamiliar brotaba el run run de una motobomba que achicaba garajes y, por todo, se oía el ulular de la sirena de las instalaciones de las Piscinas municipales que anunciaba que la sala de bombas se había llenado de agua hasta más arriba de la rodilla. En el habitáculo, pasadas las 22 horas, de noche, con el riesgo que da la mezcla de agua y electricidad, estaba el concejal J con media Brigada del Ayuntamiento, en horario fuera de servicio, empapados y un genio de mil rayos, como los que caían. El encargado P había suspendido sus vacaciones para colocarse al pie del cañón. Ahí se mantuvo junto al resto, donde hicieron falta, hasta la madrugada. También el electricista E, que se la jugó para rearmar la alarma.
El agua llega a Venecia
            A chuzos caía agua del cielo cuando casi a las 23 horas F, con G y A, advirtieron de que podía sobrarse el río Cidacos por el Puente de Hierro. La Alcaldesa, bajo el paraguas que aguantaba mal el chaparrón, sacó el móvil y marcó el número. El agente municipal AGM llevaba ya una hora fuera de servicio y trataba, en ese momento, de que no se anegara su domicilio. No obstante, con el coche recién estrenado de la policía local fueron todos hasta Evena. Llegaba, ahora sí, un mensaje serio de alerta. Los vecinos confirman que el agua estaba a las puertas del barrio de “Venecia”. El agente enciende los pirulos de emergencia. Mano a mano se alterna con la Alcaldesa: “Atención, atención ... Existe un riesgo serio de inundación. El río se ha desbordado. Estén alerta...”. Pasan las 23.20 horas y muchos duermen ya en la cama. Puerta a puerta, timbre a timbre, los que se puede por que la barriada es extensa, se aconseja a los paisanos que pongan a salvo los vehículos y que se ubiquen en los pisos altos. La alarma se propaga, pero ya se ve una lengua de agua que en menos de veinte minutos arrastra un todoterreno como una brizna de paja... La riada está encima.
Calle Ujué anegada
            El municipal, con M dentro, arriesga y sortea con el vehículo las lenguas de agua que cubren la carretera que va de Venecia a la zona de el Ferial, un recorrido largo, que las luces de emergencia tintinean en los rostros de los vecinos que se tornan serios al escuchar el mensaje de megafonía. De vuelta a la estación de Evena, por las calles que todavía no ha sumergido el agua, una buena noticia, la mejor. Tres hombres que vigilan allí el caudal advierten de que el nivel baja. Parece que la avenida remite, el pico pasa. Son, calculo, sobre la una de la madrugada del martes 9. El coche patrulla, las luces, el megáfono, la Alcaldesa, el agente, todos revierten el recorrido, del barrio de Venecia a la Feria, para difundir la buena nueva. Ya es tarde para muchos. Hay casas que se reflejan en el agua como islas en un mar oscuro.
Vecino rescatado en piragua
            En el descampado de la Moraleja despliegan varias ambulancias de Dya. Un poco más adelante, al menos dos camiones de bomberos. Comienza el rescate de los vecinos que han quedado atrapados en sus domicilios. Los de la brigada municipal pululan de un lado a otro. Con el tractor pala del Ayuntamiento, A, F y J entran como los submarinos. Llegan a las casa bajas y rescatan a más de 20 vecinos, la mayoría muy mayores. Una piragua que guían como doce guardias civiles y valientes del pueblo como JL logra sacar seis personas más. A O le llegaba ya el agua al cuello y su mujer, con alzheimer, son los únicos habitantes de esta casa sencilla con planta a pie de calle ... Un capitán de Estella dirige bien el operativo. También están los responsables del cuartel de Olite y varios Forales. Los de la Dya han colaborado mucho. El agua rebosa por encima del techo de tres coches sumergidos, alguno con los faros encendidos. Al principio se teme lo peor ... que haya gente atrapada dentro. Los guardias y los voluntarios lo descartan.... La noche se va haciendo larga pero el agua remite.
Efectivos en el momento de un rescate
            El Cidacos comienza a entrar en razón. Llama el delegado de Cruz Roja P. Ofrecen un albergue. No hace falta. La gente de Olite se arregla sola. Por allí también está la concejala E. Su compañera M A, en la rotonda de San Pedro. En la “zona cero” aparecen más de diez voluntarios de Protección Civil de la localidad de Milagro. Llaman la atención con sus linternas mineras sobre cascos naranjas. Trabajarán achicando agua, reparten mantas, limpian los primeros barros ... hasta que amanece. La brigada municipal vuelve al tajo. Queda pronto con la Alcaldesa. No han dormido tres horas. Los vecinos sacan palas y vuelven a vacíar lodos. Por fortuna, no hay desgracias personales. Eso sí, los daños materiales se prevén cuantiosos. Un aluvión de voluntarios, sin llamamiento oficial, acude para prestar sus manos. Todas son pocas. Olite/Erriberri vuelve a respirar. Seguro que vamos a salir de ésta. Somos muchos y fuertes. Gracias a todos. Menuda lección nos hemos dado. Mila ezker denoi !!






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