Obras en la zona de la capilla de San Jorge |
El trabajo
de investigación aparece firmado en internet (http://www.academia.edu/4415742/Una_inscripcion_en_signario_paleohispanico_de_Olite_Navarra_)
por Mercedes Unzu y Javier Velaza, este último del departamento de Filología
Latina de la Universidad de Barcelona, que también ha estudiado otra piedra
hallada en Sansomain (Valdorba) que, supuestamente, relaciona la localidad con
el sometimiento de los vascones al rey godo Suintila para refundar Olite.
Velaza es
especialista en inscripciones y epígrafes prehistóricos, así como en lenguas y
culturas “paleohispánicas”, y ha trabajado en varios hallazgos realizados “en
territorio vascón”. El estudio dedicado a la estela olitense se titula “Una
inscripción en signario paleohispánico de Olite (Navarra)” y en él informa
sobre el descubrimiento, examina los signos tallados y teoriza sobre la lengua
en la que fueron escritos.
El análisis
comienza con una descripción de las circunstancia del descubrimiento. Recuerda
que en 2008 se restauró una parte del Palacio Real de Olite y que se realizó
una excavación arqueológica entre la iglesia de Santa María y el Palacio
antiguo, actual Parador, en concreto en la zona donde estuvo la capilla de San
Jorge, iniciada en 1399 y hoy en ruinas.
Pero es la
sepultura mancada con el número 86 la que más llamó la atención. En ella
localizaron un hito reutilizado “de una pieza antigua con inscripción
paleohispánica”, que estaba fragmentada y “mutilada por la derecha y por la
izquierda”. Las medidas de la pieza eran 43 x 37,5 x 9/12 cmts. En la cara que
del epígrafe, “la superficie ha sufrido una pérdida notable que afecta a los
signos de la parte superior”.
Tumbas bajo los plásticos |
En lo
conservado, el especialista aprecia “tres signos y una interpunción”, grabados
con “buena técnica” y, aunque no preservan su altura original, el experto
calcula que medían aproximadamente 15 centímetros. La “interpunción” son dos
puntos verticales separados unos 11 cmts. También avanza que “los signos han
sido escritos de derecha a izquierda”, al revés que nuestra escritura actual.
El primer carácter
que se conserva es una “e” hecha con tres barras que se inclinan hacia abajo.
“No pude descartarse que hubiere un cuarto trazo transversal en la parte
perdida”. El segundo signo que es una “n” y el tercero, mutilado en la parte
superior, podría dibujar una “s” realizada con cinco trazos en zigzag. La
lectura completa es: -] en : s [-
A la hora
de analizar las cuestiones epigráficas y paleográficas, el autor considera que
la piedra reúne “una serie notable de singularidades y de problemas”, porque las
inscripciones son “extraordinariamente excepcionales”. Sobre la identificación
de los signos, el trabajo mantiene que, “con toda prudencia necesaria, no sería
imposible que el signario en el que el epígrafe ha sido escrito sea
celtibérico”.
En cuando
al análisis que determina la lengua en la que fue escrito, el estudio descarta
que sea celtibérico porque no tenía palabras que comenzaran por “s -”. Además,
la terminación “-en” de la primera palabra es “prácticamente imposible” en esa
lengua porque no se conserva ninguno con ese final. Sin embargo, aclara el
autor, el final “- ( e )n” era habitual en ibérico y “también lo sería, hasta
donde sabemos, en paleovasco (como sufijo genitivo conservado en vasco
moderno)”.
Sin
embargo, “la balanza se decantaría a favor de una interpretación del texto como
paleovasco” porque “no hay casos de inscripciones ibéricas escritas en signario
celtibérico”. Mientras que en el caso del euskera arcaico sí que ocurre, como
en el caso del “mosaico de Andelo”,
todo ello, señala el trabajo, “con la cautela con la que ha de tomarse toda
hipótesis”.
Los científicos deben informarnos de los hallazgos y deben exponer en público sus interpretaciones. Eskerrik asko.
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