“Romeros a Ujué, romeros a Ujué”, era el llamamiento que rasgaba en Olite el amanecer del día que se subía al Santuario. Al alba partían los entunicados desde sus respectivas parroquias. En días distintos. Los de Santa María, el domingo siguiente a San Marcos, como los de Tafalla y otros pueblos. Los de la iglesia de San Pedro, solos y una semana después.
San Pedro y Santa María, caracoles y caracolillas. Una brecha que marcaba el pueblo hasta en el día de ir de romería. Una traza que, por ejemplo, partía incluso moradas de una misma calle. Los portales situados en la acera derecha de la rúa Mayor, para Santa María. Los de la izquierda, para San Pedro.
Mi abuela Amparo Sesma Lator, sampedrera hasta la médula, quería muchos a sus nieticos, pero si el día de la romería a Uxue se nos ocurría caminar con los de Santa María, parroquia de mi padre, nos quedábamos sin paga y nos regalaba una cara que no la tenía el peor nubado cargado de piedra.
Santa María y San Pedro, una pugna sorda que se llevaba al extremo, al de salir a contar de amanecida cuántos entunicados partían a Uxue de cada parroquia para pasar luego por el morro los seguidores al contrario. Una romería que en Olite se celebraba por barrios, con costillas de companaje, calderetes, jotas y ríos de tinto, en un ambiente de fiesta popular que llamó la atención de la pluma de Arturo Campión. Porque la devoción a la virgen de Uxue había nacido, sin duda, de la gente sencilla, aunque cientos de veces se ha contado que desde Olite partían los reyes de Navarra para postrarse a los pies de la Morenica.
La reina Blanca de Navarra fue una de las asiduas e incluso en su testamento de 1439 ordenó que se la enterrara en Uxue y después se hicieran 30 misas en las iglesias de Olite. El desaparecido sacerdote Alejandro Díez Díaz, que es quien más ha escrito de Olite, recuerda en su libro “Olite, historia de un reino”, que Blanca peregrinaba a pie desde su Palacio al Santuario. “Pero cuando comenzaron a fallarle las fuerzas era trasladada desde Olite en andas preparadas al efecto y que eran llevadas por hombres alquilados llamados logueros. En la romería que hizo en 1346 su escudero Juan de Sevilla pagó 50 libras con cuatro sueldos a las gentes que portaron a la reina. Se emplearon cuatro días y les tocó a 26 sueldos por persona”.
La romería de los vecinos de Olite era penitencial. En su origen, subían siempre el martes de Pascua de Resurrección. Todos los hombres hábiles estaban obligados. Si alguno estaba enfermo o impedido tenía que comunicarlo al ayuntamiento y los regidores del municipio acudían a comprobarlo. La víspera de la romería, el baile o encargado de barrio voceaba por las casas: “mañana a la Virgen de Ujué, y si no ....” (aquí decía la multa estipulada).
Los peregrinos atravesaban el Palacio Real por el Portal de Fenero, tomaban el camino de El Chorrón y enfilaban hacia la Sierra. En 1615, el obispo limitó a media legua la distancia de las romerías, lo que imposibilitaba a los de Olite salir a Uxue. No obstante, los olitenses inventaron una rogativa para pedir el agua que faltaba del cielo, una excusa para paliar la sequía que, esta vez con asentimiento del obispado, les permitió ir a Uxue en procesión.
El año 1725 llegó a Olite la discordia. Según cuenta Alejandro Díez, “el Obispo señaló la fecha del domingo siguiente después de San Marcos” para ir a ver la virgen morenica y galana. Ello supuso que en la localidad se dejara de peregrinar por barrios. Las parroquias asumieron la organización. “El 28 de abril de 1881 -continúa su relato Alejandro Díez- el ayuntamiento de Tafalla envió a Olite una comunicación que dice: no corresponde ni a los concejales ni sacerdotes de Olite ostentar insignia alguna en la procesión de rogativa a Ujué por corresponder la presidencia al Ayuntamiento y clero de aquella”. El alcalde de Olite, Agustín Muratori, trasladó a los párrocos la comunicación para que se cumpliera, propuesta que aceptaron los feligreses de Santa María, que desde entonces peregrinaron el mismo día que los de Tafalla.
Empero, el párroco de San Pedro, Fermín Aguinaga, consideró un atropello el propósito protagonista de los tafalleses. En conformidad con sus feligreses, los sampedreros trasladaron la romería al domingo siguiente al de los de Tafalla y Santa María. Y así vino la separación en dos parroquias de la romería de Olite hasta que el año 1997 el obispo desdobló la peregrinación de mayor afluencia que encabezaba Tafalla.La iniciativa, de rebote, supuso la reunificación otra vez de las romerías olitenses al ordenar que todos los parroquianos del pueblo marcharan juntos en una sola caminata. A pesar de ello, unos pocos irreductibles siguen hoy yendo a Uxue el domingo que sigue a San Marcos, mientras el grueso de los vecinos lo hace la semana siguiente
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar en El Oltense. Tenemos en cuenta tus opiniones y próximamente publicaremos el comentario si se atiene a los parámetros editoriales. Síguenos y cuéntanos.